LECTURAS DE LA MENTE
Por Juan Gerardo Martínez Borrayo
Departamento de Neurociencias
Universidad de Guadalajara
¿Resolver crucigramas puede prevenir el Alzheimer?
La década de 1990 al
2000 fue llamada la década del cerebro; ahora esta puede ser la década del “entrenamiento
cerebral”. Y aunque mucha gente cree que se puede mejorar la salud cerebral
llevando un estilo de vida adecuado, el actual estado de conocimiento no
permite saber si la estimulación o el entrenamiento cognitivo pueden conservar
las capacidades mentales en la vejez y, menos aún, saber si se puede retardar o
prevenir desórdenes demenciales como el Alzheimer.
Términos clave
Para comenzar hay dos
conceptos que se deben definir: reserva cerebral y reserva cognitiva. El
primero refiere a la estructura cerebral subyacente (por ejemplo, tamaño
cerebral o el número de neuronas). Así, si tenemos a dos personas con el mismo
grado de demencia tipo Alzheimer, aquellos que tengan una corteza cerebral más
gruesa van a tener menos síntomas de la enfermedad (Fjell y cols., 2006).
Por otro lado, reserva
cognitiva, se refiere a la capacidad cerebral para enfrentar el daño cerebral a
través de la puesta en marcha de procesos cognitivos. De esta manera, a más
educación menos posibilidades de padecer Alzheimer (Stern, Y., 2009). Este dato
ha sido corroborado por estudios de neuroimagen, en los que se ha encontrado
que aquellos sujetos con un CI más alto, una ocupación intelectualmente
demandante y que realizan actividades que retan su inteligencia, tenían mayores
volúmenes cerebrales y un uso eficiente de su capacidad cerebral, que los
protegían de padecer demencia (Solé y cols., 2009).
Estilos de vida cognitivamente estimulantes: ¿Qué
se sabe?
Las investigaciones han
encontrado un montón de actividades que son benéficas para prevenir la demencia
y que van desde viajar, tejer o hacer jardinería, hasta resolver crucigramas. Por
ejemplo, un estudio (Wilson y cols., 2002) encontró una reducción en las
posibilidades de desarrollar demencia en individuos que hacen cosas que son un
reto para ellos, intelectualmente hablando. La mayor diferencia se encontró
entre aquellos sujetos que intelectualmente se esforzaban poco en su vida
cotidiana, comparados con los que si lo hacían de manera más constante.
Otro estudio (Verghese
y cols., 2003) encontró que los que son activos cognitivamente tenían un riesgo
63% menor de desarrollar demencia. Incluso hay investigaciones que sugieren que
se combinen distintos tipos de actividades: cognitivas, sociales y físicas, ya
que todas ellas juntas dan menores posibilidades de padecer demencia (Karp y
cols., 2006).
Intervenciones de entrenamiento cognitivo: ¿qué se
sabe?
Se ha documentado que
las personas mayores se benefician del entrenamiento de habilidades cognitivas
específicas. Por ejemplo, estudios (Ball y cols., 2002) que han trabajado sobre
la memoria, el razonamiento y la velocidad de procesamiento, encontraron
efectos positivos del entrenamiento, pero la ganancia fue diferencial: fue significativa
para la velocidad y el razonamiento y modesta para la memoria. Posteriores
estudios de seguimiento han detectado que después de 5 años este efecto
positivo permanecía, pero de manera modesta.
Una importante
limitación de estos estudios es que no se generalizan los beneficios de las
intervenciones, es decir no pasan de memorizar listas de palabras a memorizar
las cosas del mandado. Sin embargo un entrenamiento bien diseñado podría tener
importantes beneficios en varios aspectos de la vida diaria.
Por otro lado, se han
utilizado formas novedosas de entrenamiento, como el uso de programas en línea
y de videojuegos, para ver si con ellos se puede retar la inteligencia de los
sujetos y ponerlos en forma para prevenir las demencias; con respecto a los
primeros (Smith y cols., 2009) al parecer hay beneficios en la velocidad de
procesamiento auditivo y en la memoria, pero estos logros son moderados.
En lo referente a los
videojuegos, se ha visto que los participantes mejoran no solo en lo que se
refiere al juego con el que entrenan, sino también en pruebas estandarizadas
que evalúan la función ejecutiva (Basak y cols., 2008). Se especula que esto se
debe al constante cambio de las prioridades de la tarea que exigen estos
videojuegos.
Sin embargo, no se sabe
aún si todos estos programas de entrenamiento retrasan la aparición de la
demencia. Para llegar a saberlo se necesitan estudios de largo plazo, con
muestras grandes y mediciones que sean homogéneas entre diversas
investigaciones. Por el momento, tan solo se tienen indicios de que sí sirven
estos entrenamientos: por ejemplo, en el reconocimiento de caras (Belleville y
cols., 2006), en el razonamiento y la velocidad de procesamiento (Unverzagt y
cols., 2007), en el recuerdo de nombres (Camp y cols., 2000; Clare y cols.,
2002), etc.; sin embargo se necesitan estudios mucho más largos, con controles
adecuados e intervenciones que combinen múltiples técnicas para llegar a tener
algún día la seguridad de que se puede prevenir la demencia.
Mecanismos protectores
Realmente no se sabe
cuales podrían ser esos mecanismos, pero se ha invocado a la neurogénesis (van
Praag y cols., 2005), al incremento de la plasticidad cerebral y la resistencia
a la muerte cerebral (Jessberger y cols., 2008); también se cree que se
enlentece la acumulación de los beta-amiloides (Lazarov y cols., 2005), se
incrementa del flujo cerebral sanguíneo (Pereira y cols., 2007); que se activa el
crecimiento dendrítico, se promueven las modulaciones sinápticas, se fomentan
cambios en la morfología neuronal, se estimula la redundancia de las redes
neuronales y que se activan procesos neuroquímicos que protegen a las neuronas (Bruckner,
R., 2004; Dauffau, H., 2006; Savioz y cols., 2009; Iacono y cols., 2009;
Sachdev y Valenzuela, 2009).
Sugerencias
A pesar de que no se
sabe en realidad si se puede hacer algo para evitar que a uno le de una
demencia, se sugieren realizar las siguientes actividades, que si bien no le
pueden ayudar, tampoco le hacen daño: realizar acciones intelectualmente
estimulantes que uno siempre haya disfrutado; hacer nuevas actividades, tanto
como nuestro tiempo y gusto por hacerlas lo permita; esas actividades las
debemos de realizar varias veces por semana o más, ya que esto es como el
ejercicio físico: entre más hagamos más nos beneficiamos.
Sin embargo, debemos de
estar conscientes de que no hay una sola actividad, o combinación de actividades,
que este comprobado logren reducir nuestro riesgo de padecer el Alzheimer.
Pero, aunque no se hayan demostrado, usted se puede divertir haciendo
crucigramas.
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Comentarios y
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