LECTURAS DE LA
MENTE
Por Juan Gerardo
Martínez Borrayo
Departamento de
Neurociencias
Universidad de
Guadalajara
Intersexualidad y deporte
En diciembre de 2006 Santhi Soundarajan ganó la medalla de plata en los
800 metros planos femeninos en los juegos asiáticos de Doha, Qatar, lo cual la
catapultaba como una de las serias contendientes para ganar medalla en los
juegos olímpicos de Pekin en el 2008. Pero antes de que le dieran la medalla se
la negaron y se le prohibió volver a participar en cualquier competición como
parte del equipo de la India.
¿Cuál fue el problema? Que no pasó una prueba genética de sexo: tenía
un cromosoma Y. Su vida desde entonces no ha sido fácil porque ha sido objeto
de escarnio, burlas y presiones, que la llevaron en el 2007 a un intento de
suicidio con un producto veterinario.
El caso de Soundarajan no es el primero, ha habido otros antes, pero
son bastante infrecuentes. En 1936 Hermann Ratjen compitió como Dora en el
salto de altura (conste que tres mujeres saltaron más alto que él). Y en 1985
la corredora española María José Martínez Patiño, también se vio en problemas
cuando se descubrió un cromosoma Y en su ADN.
Supongo que las inspeccione visuales sobre la sexualidad de las atletas
de alto rendimiento deben ser algo de rutina (es decir, ver si a simple vista una
atleta tiene o no un pene); lo que parece ser que no es de rutina son las
revisiones a fondo del sexo de las deportistas para ver si han logrado una
completa diferenciación sexual.
Ventajas evolutivas
del sexo
En la evolución nada es gratis. Si se jala la cobija de un lado se
destapa uno del otro. Por ejemplo, hemos obtenido muchas cosas buenas de la
bipedestación (estar parados sobre nuestras dos patas traseras): somos más
altos, liberamos nuestras manos para fabricar herramientas, nos alejamos del
calor que hay a nivel de piso, etc. Pero esto nos ha costado ser más lentos que
prácticamente cualquier animal.
De la misma manera, tenemos un cerebro enorme que nos ha hecho muy
inteligentes, pero existe el problema de que nacemos casi un año antes de lo
que deberíamos nacer; eso nos hace la especie más desamparada de todas, razón
por la que las madres deben ser muy selectivas con su pareja para elegir una
que la acompañe toda la vida (por esto nos enamoramos).
Con el sexo pasa lo mismo: tiene sus inconvenientes y sus beneficios. Entre
sus beneficios tenemos que hace a las especies más flexibles mediante la mezcla
de la genética de los padres en cada generación. Un segundo beneficio es que no
transmitimos parásitos a la progenie, como sí lo hacen los organismos que se
duplican a sí mismos.
Estas dos características son las que hacen a la reproducción sexual
tan popular desde el punto de vista evolutivo. Pero ¿Cuáles son sus costos? La posibilidad
de que algo falle.
Diferenciación
sexual normal
A las siete semanas no se puede saber aún si el embrión es mujer u
hombre. En ese momento en un embrión con carga genética masculina, se activa el
gen SRY que produce una proteína que transforma las gónadas en testículos, los
cuales comienzan a producir andrógenos (el más conocido es la testosterona)
quienes ponen en marcha los mecanismos para que se desarrollen el pene, el escroto
y para que desciendan los testículos.
Para realizar esto, los andrógenos deben conectarse con receptores
especializados en células específicas; si falla algo y no se pueden conectar
con esas células entonces tienen poco o nulo efecto; esto se conoce como
Síndrome de Insensibilidad a los Andrógenos El resultado es un bebé que en su
aspecto externo parece niña, pero que internamente el canal vaginal es más
corto de lo normal, no hay cérvix, ni útero, ni trompas de Falopio y, en lugar
de ovarios, hay dos testículos no descendidos.
En la pubertad, los testículos segregan la testosterona, pero tiene un
efecto muy limitado, puesto que las células no responden a él; llegan a
desarrollar pechos femeninos, caderas anchas y carecen de vello facial y poco
del púbico; jamás llegan a tener menstruación. Esto es lo que padeció Soundarajan
y como era atleta, quienes suelen perder la menstruación por su escasa grasa
corporal, no le causo extrañeza de que no le llegara nunca la menarquia.
En el caso de María José Martínez Patiño, pasó lo mismo; pero en su
caso, como toda su vida había vivido como mujer, se le reivindico y volvió a
recuperar su lugar en el equipo olímpico español como corredora con obstáculos.
Pero al parecer todos los tropiezos con los que se enfrentó le hicieron perder
su forma y no logró llegar a los juegos olímpicos de Seul en 1988.
Trastornos
de la diferenciación sexual
De acuerdo a la Sociedad Intersexual de Norte América (ISNA), uno de
cada dos mil nacimientos tienen algún grado de ambigüedad genital; otros
estudios son más polémicos, como el publicado en el 2000 por Anne
Fausto-Sterling de la Universidad de Brown, en donde se estimó que la
frecuencia de trastornos de variación sexual es de ¡dos de cada cien! (Blackless y cols., 2000).
Normalmente los humanos tenemos 23 pares de cromosomas; cuando hay un par
se le dice disomía; si hay tres tenemos una trisomía (el más conocido de los
defectos de trisomía es el Síndrome Down); y si hay uno solo de los cromosomas
tenemos una monosomía.
El Síndrome de Turner es una monosomía del par 23 cuando una mujer nace
con un solo cromosoma X. Mientras que una trisomía del par 23 se llama Síndrome
del Tripe X, en el cual las mujeres pueden a ser más altas que las demás. El
Síndrome de Klinefelter afecta solo a los hombres, quienes tienen un cromosoma
X de más (son XXY); suelen ser altos, gordos y con pechos parecidos a los de
las mujeres. También los hombres pueden tener el síndrome XYY, quienes no
presentan muchos síntomas, más que ser más altos y tener más probabilidades de
problemas de aprendizaje. Se han documentado casos de tretrasomía (XXXXY) y
pensasomía (XXXXXY).
Hay también un trastorno que se llama Hiperplasia Suprarrenal
Congénita, que es un trastorno genético que tiene como resultado una regulación
deficiente de la producción de hormonas sexuales; en este caso pueden nacer con
genitales de aspecto normal tanto en niños como en niñas, pero en casos graves
se produce una deshidratación que lleva a la muerte a los bebés.
Una última enfermedad es la deficiencia de 5-alfa-reductasa en cuyo
caso los sujetos crecen como niñas y en la pubertad empiezan a desarrollar
características sexuales masculinas, tales como crecimiento del pene y aparecen
los testículos; es tan común en República Dominicana que hasta apodo tienen:
güevedoche, es decir, huevos a los doce.
Y las cosas no terminan aquí. Hay algo que se llama Trastorno de la
Identidad del Género; en el 2007 la revista New Scientist publicó un artículo
de una persona que sufre de este trastorno (George, 2007). Aquí no hay ningún
tipo de incoherencia física o genética; la desconexión es del cuerpo y la
mente; está afectado el sentido individual de la propia identidad.
Uno pensaría que dado que no hay trastornos genéticos y hormonales,
entonces su problema es más psicológico; pero hay algunos indicios de problemas
a nivel fisiológico; en el 2008 se publicó un estudio en el que se descubrió
que algunas versiones específicas del gen CYP17 son más comunes entre los
transexuales de mujer a hombre que en mujeres que no se identifican como
transexuales, probablemente porque tienen más testosterona (Bentz y cols., 2008).
Conclusión
Cómo determinar exactamente la identidad de género es un asunto que
genera mucho debate y controversia.
Hasta hace no mucho tiempo cuando nacía un sujeto con un Trastorno del
Desarrollo sexual se le asignaba un genero, se le hacía una cirugía estética y
se esperaba que corriera con suerte y no tuviera problemas con el género que se
le asignó. Pero hay muchos casos en que las cosas no salieron bien.
A estas alturas se está optando por aplazar la cirugía del aspecto
externo hasta que el niño o niña sea lo suficientemente mayor para tomar sus
propias decisiones, con el asesoramiento y el apoyo de familiares y
profesionales.
Eso le hubiera caído muy bien a Martínez Patiño y a Soundarajan; quien
por cierto sobrevivió a su intento de suicidio, es entrenadora de atletismo en
su país y trabaja en una fabrica de ladrillos.
Bibliografía
Blackless M, Charuvastra A, Derryck A,
Fausto-Sterling A, Lauzanne K, Lee E. How sexually dimorphic are we? Review and
synthesis. Am J Hum Biol. 2000 Mar;12(2):151-166.
George, A. Teenagers traped in the wrong body.
New Scientist, 2007
Bentz EK, Hefler LA, Kaufmann U, Huber JC,
Kolbus A, Tempfer CB. A polymorphism of the CYP17 gene related to sex steroid
metabolism is associated with female-to-male but not male-to-female
transsexualism. Fertil Steril. 2008 Jul;90(1):56-9
Comentarios
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