LECTURAS DE LA
MENTE
Por Juan Gerardo
Martínez Borrayo
Departamento de
Neurociencias
Universidad de
Guadalajara
Moralidad y psicópatas
La televisión y el cine han influido mucho sobre nuestra visión de los
psicópatas (quien no piensa en “el silencio de los inocentes” al hablar de este
tema); en parte esa visión se deriva de los trabajos de Robert Ressler, el
famosísimo investigador del FBI que acuñó el término “asesino serial” (aunque
debemos aclarar que ha sido criticado porque su perfil clásico no ha resultado
ser útil; decía que un asesino serial es un hombre, blanco y con conflictos
sexuales, lo que suele no ser cierto la mayoría de las veces).
La cólera y la agresión son capacidades que todos los animales tienen y
que nos han sido suministrados por la evolución; son parte de nuestra dotación
genética. En todas las culturas hay personas agresivas y también en todas son
los hombres quienes en general son más agresivos que las mujeres. Por ejemplo,
de acuerdo a Susana Natali y Beatriz Vargas con base en las estadísticas que
publica la Subsecretaría del Sistema Penitenciario del Distrito Federal, la
población total de presos en el DF al 31 de mayo de 2008 es de 36 mil 72
personas, de las cuales 34 mil 232 son hombres y mil 840 son mujeres, es decir,
que casi el 95 por ciento de la población son hombres y sólo un poco más del
cinco por ciento está representado por mujeres.
Los psicópatas
A todos nos ha pasado que hemos tenido ideas de agredir y hasta matar a
otra persona; pero nos aguantamos. Los psicópatas no. Si utilizamos el manual
de diagnóstico mental (DMS) para buscar este trastorno lo vamos a encontrar
dentro del rubro de los trastornos antisociales de la personalidad, el mismo
lugar en donde se encontrarían la mayoría de los delincuentes; pero los
psicópatas, a diferencia de los criminales, no muestran tan fácilmente su
agresividad.
La marca distintiva es una mente lúcida, con justificaciones a menudo
claras, racionales, pero frías. Tienen un egoísmo exacerbado, una falta
absoluta de empatía que resulta aterradora. El concepto de culpa le es ajeno. La
presencia de una victima le es tan tentadora como un vino a un alcohólico.
Se calcula que en los Estados Unidos deben haber unos dos millones de
psicópatas (si fuera la misma proporción en México, aquí deben haber un poco
menos de un millón) y la mayoría de ellos son varones. No todos los asesinos en
serie son psicópatas; por ejemplo, Edward Gein, fue diagnosticado con
esquizofrenia y terminó en un hospital psiquiátrico para criminales.
Pero los psicópatas son perfectamente lúcidos con respecto a sus
acciones. En lo que están más desajustados es en su capacidad para la empatía o
capacidad de sentirnos como otra criatura viviente, de imaginarnos cómo es
estar en su piel.
Algunos
estudios nos dan a entender que los psicópatas no distinguen entre
transgresiones morales (robar) y sociales (no levantar la mano antes de
hablar). También tienen problemas para reconocer indicios de sumisión, es decir
les falta el control sobre su agresividad (Stevens, Charman y Blair 2001). Carecen del aporte
emotivo que siempre debe estar presente en las decisiones morales y ello causa
que se borre la diferencia entre transgresiones morales lícitas e ilícitas. Sin
el sentimiento de aversión que nace de la detección de una situación
conflictiva, hay pocas razones para ponerle freno a un acto nocivo.
Empatía y
psicópatas
Con el fin de aislar los circuitos cerebrales que subyacen a la
empatía, Tania Singer (Singer y cols., 2003) escaneó el cerebro con imágenes de
resonancia magnética a parejas mientras les propinaba choques eléctricos a uno
de los dos; el que no recibía la descarga eléctrica veía si esta era baja o
alta; encontró que cuando la mujer recibía una descarga se activaban tres zonas
cerebrales: la somatosensorial (la que procesaba el dolor físico), la ínsula
anterior (regulación de emociones) y la corteza cingulada anterior (resolución
de conflictos); pero si ella veía que a su pareja le aplicaban los choque
eléctricos no se activaba la corteza somatosensorial, pero sí las otras dos; la
razón es que las dos últimas forman parte del sistema de neuronas espejo.
Esto es lo que pasa en el cerebro de una persona normal y sana ¿ocurre
lo mismo en el cerebro de los psicópatas? Los expertos están divididos respecto
a los déficits psicológicos y anatómicos, pero empiezan a emerger unos acuerdos.
A diferencia de los sujetos normales, los psicópatas muestran una activación
reducida de las zonas que intervienen en la atención y el procesamiento de las
emociones. También se ha visto que hay diferencias entre los psicópatas que
logran matar personas y lo que no lo hacen en el tamaño de su hipocampo, región
cerebral muy relacionada con la regulación de la emoción (Raine y cols., 2004); los
psicópatas que no lograban matar a sus víctimas juzgaban mal una situación y
eran capturados y ellos tenían la parte derecha de su hipocampo más grande;
esto nos habla de una necesaria coordinación entre mecanismos inhibitorios y
toma de decisiones.
Hay tres interpretaciones a estos datos. Que los psicópatas tienen un
déficit emocional que no les permite distinguir entre convenciones sociales y normas
morales (la hipótesis más aceptada); o bien, tienen una incapacidad para ligar
las emociones con una teoría sobre que acciones son correctas o incorrectas.
La tercera es la propuesta del filósofo Shaun Nichols (pueden revisar
la mayoría de sus trabajos en la siguiente dirección: http://dingo.sbs.arizona.edu/~snichols/Papers.html)
señala que un déficit emocional, por sí solo, no puede explicar el déficit de
un psicópata ni es suficiente para comprender la distinción entre convencional
y moral (Nichols, 2002) y que es necesaria la contribución conjunta de las
acciones y la emoción a la hora de guiar nuestras intuiciones sobre casos
convencionales y morales.
Los psicópatas, como caso extremo de patología, ponen de manifiesto que
los humanos están equipados con sistemas que controlan la agresión y que, a
veces, esos sistemas se averían. Dado el poco éxito que se tiene con ellos para
rehabilitarlos entonces el problema debería atacarse desde las primeras fases
del desarrollo, cuando el hábito de la agresión acaba de empezar. Del desarrollo
moral hablaré en la siguiente ocasión.
Bibliografía
Susana Natali y
Beatriz Vargas. Entrevista en la revista electrónica “Affidamento”. Mujer y
cultura. Disponible en: http://affidamento.com.mx/index.php/entrevista/110-susana-natali-y-beatriz-vargas
Cabe aclarar que ellas dicen que la razón del predominio de los hombres en
la agresividad “tiene relación con los controles sociales: por el rol
tradicional que se les ha impuesto a las mujeres, éstas son controladas por
mecanismos mucho más efectivos que en el caso de los hombres, como son los
valores sociales que se espera de ellas: ser sumisas y obedientes. En cambio, a
los varones se les inculca una cultura de poder, de fortaleza, de violencia”
Stevens D, Charman T, Blair RJ. Recognition of
emotion in facial expressions and vocal tones in children with psychopathic tendencies.
J Genet Psychol. 2001 Jun;162(2):201-11.
T. Singer et al. Empathy for pain involves the
affective but not sensory components of pain. Science, 303
(2004), pp. 1157–1162
Raine A, Ishikawa SS, Arce E, Lencz T, Knuth
KH, Bihrle S, LaCasse L, Colletti P. Hippocampal structural asymmetry in
unsuccessful psychopaths. Biol Psychiatry. 2004 Jan
15;55(2):185-91.
Nichols, S. 2002. How Psychopaths Threaten
Moral Rationalism: Is It Irrational to Be Amoral? The
Monist, 85, 285-304.
Comentarios
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