LECTURAS DE LA
MENTE
Por Juan Gerardo
Martínez Borrayo
Departamento de
Neurociencias
Universidad de
Guadalajara
Manipulando nuestras elecciones
Por ahí escucho de vez en cuando que todo es
relativo; claro que los que dicen eso a veces se dan cuenta de que su
afirmación es una contradicción ya que si todo
es relativo, entonces esta frase es al mismo tiempo verdadera y falsa. Para moderar
un poco las cosas podemos decir que las cosas dependen del contexto; depende de
con que hagamos las comparaciones.
Lo curioso es que podemos caer en errores de
elección al hacer comparaciones. Pongamos el siguiente caso: una revista les
ofrece las siguientes tres opciones para suscribirse, en la primera por 600
pesos al año pueden acceder vía internet a todos sus artículos, en la segunda
por 1, 200 pesos anuales pueden recibir la revista en su casa y la tercera, la
más interesante de todas, también por 1, 200 pesos pueden recibir la versión
impresa en su casa y acceder a la versión en línea de la revista.
O sea que, en las dos últimas opciones, por la
misma cantidad de dinero pueden recibir uno o dos productos. Digamos que nadie
en su sano juicio optaría por elegir la segunda opción ya que solo tendría un producto
y por lo tanto lo más razonable es elegir la tercera opción.
De hecho eso es lo que pasó en una
investigación realizada por Daniel Ariely (2008). De 100 estudiantes de sus
cursos de psicología ninguno eligió la segunda opción, la gran mayoría (84) eligió
la tercera opción y pocos (16) eligieron la primera. Pero lo más interesante
viene a continuación. A otros 100 estudiantes, en vez de presentarles las tres
opciones solo les presentó dos, la primera y la tercera.
Y lo que pasó fue increíble…, ahora en vez de
que la gran mayoría eligiera la opción de 1200 pesos por la publicación impresa
y la versión digital, ahora ¡68 eligieron la versión digital por 600!.
Estamos sesgados por las comparaciones que
hacemos. Esto lo saben bien los vendedores y por eso la revista puso una
tercera opción que de antemano sabían que nadie iba a elegir, pero que sesga
las elecciones que hacemos de una manera tal que se aprovechan de nosotros y
nos manipulan.
Un ejemplo más de esta manipulación la podemos
encontrar en la venta de televisiones; si quiere vender una que mide 42 pulgadas
y que cuesta 8, 500 no debe de ponerla al lado de una que mide 36 pulgadas y
cuesta 6, 900, sino que debe de ponerla entre esa de 36 pulgadas y otra que
mide 50 pulgadas y cuesta 14, 800 pesos. La gran mayoría de las personas va a
elegir la que está a la mitad de tamaño y precio.
Señuelos
Cuando compramos comparamos, pero tendemos a
hacer comparaciones entre cosas que son fácilmente comparables y evitamos
comparar lo que es diferente. Si quiere vender una casa de estilo colonial se
necesita compararla con otras dos opciones, una casa de estilo contemporáneo y
una casa también colonial, pero que necesita de unos arreglos. De esta manera sesgamos
la elección en favor de la casa colonial que no necesita arreglos; porque la
casa contemporánea es difícilmente comparable a la colonial y porque la otra
casa colonial está defectuosa.
A esta estrategia en inglés se lo conoce como “decoy” o señuelo; en
este caso la casa colonial defectuosa es el señuelo; es la que sesga la
elección en favor de la colonial sin problemas y que es la que realmente
queremos vender.
Al ligar
Uno hace decisiones donde sea, puede ser al comprar una revista, una
televisión o una casa. Eso es claro. Pero también hacemos elecciones cuando
vamos a un antro a ligar; ¿estarán las elecciones de pareja también sesgadas?
La respuesta es sí y de la misma manera en que nosotros elegimos
televisiones o casas. Teniendo un punto de comparación que esté a nuestro
favor.
Se realizó una investigación por parte de Dan Ariely en la que tomó
fotografías de personas bien parecidas; hizo dos versiones de esas fotos, una
normal y otra en la que modificó su apariencia de tal manera que los hizo poco
asimétricos, con un ojo más grande que el otro, la nariz chueca, etc.
Lo que hizo fue poner tres fotografías a ser comparadas entre sí: la de
un guapo en versión normal, la de ese mismo guapo en versión alterada y la de
otra persona guapa en versión normal. Es como si hubiera tomado la foto de
George Clooney y Brad Pitt y además modificara la foto de Clooney para ponerla en
medio de las otras dos (ver foto 1).
Veíamos anteriormente que para elegir se necesita comparar entre cosas
que son comparables; en el caso de las casas, se comparaban las coloniales
entre sí y no la casa contemporánea, sesgando la elección de la casa colonial en
buen estado.
Sucedió lo mismo con personas. Al ponérsele a más de 600 sujetos las
tiras de tres fotografías, la mayoría de las personas señalaba que el más guapo
de todos era la versión normal de la fotografía distorsionada.
Un corolario bastante curioso de esto es que si quiere ir a ligar a un
antro, entonces lo que debe de hacer es ir con una persona que sea ligeramente
parecido a usted, pero que sea un poco más feo; así habrá un punto de
comparación que hará que la elección sea a su favor.
Ariely, Dan (2008), Predictably Irrational: The
Hidden Forces That Shape Our Decisions, HarperCollins, pp. 304,
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y sugerencias favor de dirigirlos a la redacción de EL OCCIDENTAL, a la
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