LECTURAS DE LA
MENTE
Por Juan Gerardo
Martínez Borrayo
Departamento de
Neurociencias
Universidad de
Guadalajara
La moral y el cerebro
Para todos es bien conocida la película “La naranja mecánica” en la que
el personaje principal, Alex, es condicionado para generar aversión a la
violencia, mediante un procedimiento llamado “Técnica Ludovico”. Mi
interpretación de lo que quiso decir el autor es que un buen comportamiento que
no esté basado en buenas intensiones, entonces es amoral. Pero además, podemos
decir que la película nos dice que en nosotros funciona una máquina, el
cerebro, que nos permite discernir entre lo correcto y lo incorrecto.
Dilemas
morales
Antes de abordar directamente la cuestión del papel del cerebro en la
ética, tenemos que explicar que la investigación sobre el área trabaja con unas
historias que generan conflictos sobre lo que debería hacerse y que se les
conoce como dilemas morales. Por ejemplo, en la película “La elección de Sofía”
ella y sus hijos se hallan cautivos en un campo de concentración nazi y un
guardia alemán se acerca a ella y le hace la siguiente proposición: si mata a
uno de sus hijos, el otro vivirá; si rehúsa elegir, ambos niños morirán.
Uno de los mejores ejemplos de dilema moral es el siguiente propuesto
por Unger (1996): un hermano y una hermana están pasando juntos las vacaciones
y deciden que para enriquecer su maravillosa relación deberían hacer el amor. A
él le han practicado la vasectomía y ella está tomando la píldora, no hay pues
riesgo alguno de embarazo. Hacen el amor apasionadamente, lo que constituye una
maravillosa experiencia para ambos. Guardan en secreto este hecho, que
recordarán para siempre con placer.
O el más clásico de todos los dilemas morales, el propuesto por la
filósofa Phillipa Foot (1967) que se conoce como el problema del tranvía: un
tren avanza a una velocidad de 240 kilómetros por hora. De pronto el maquinista
ve que se enciende en el cuadro de mandos una luz que indica la completa rotura
de los frenos. Delante de él en la vía hay cinco excurisionistas que caminan de
espaldas al tren, ignorando al parecer que se les aproxima. El conductor ve que
la vía está a punto de bifurcarse y otro excursionista camina por la segunda
vía. El maquinista ha de tomar una decisión:
Puede dejar que el tren prosiga su camino actual, matando así a los
cinco excursionistas, o puede dirigir el tren hacia la segunda vía, matando así
a un excursionista pero salvando a cinco.
Activación
cerebral
El filósofo y científico cognitivo Joshua Greene ha trabajado sobre la
relación entre los dilemas morales y la actividad cerebral; en sus estudios,
pone a los sujetos a leer los dilemas, especialmente diferentes versiones del
dilema del tranvía (Greene y cols., 2004), mientras les escanea el cerebro.
Antes hay que decir que hay básicamente dos posturas con respecto a los
juicios morales: o son resultado de un razonamiento deliberado (postura de Kant)
o son intuiciones morales basadas en las emociones (postura de Hume); Greene
montó sus experimentos para explorar las contribuciones de la emoción y la
razón en nuestros juicios morales.
Si es el razonamiento, entonces se esperaría que se activaran las
regiones cerebrales que intervienen en ese proceso psicológico; si en cambio
son producto de nuestras emociones, serán otras partes del cerebro las que
intervendrán. Los salomónicos hallazgos de Greene dicen que dependiendo del
tipo de problema del que estemos hablando, van a ser las regiones cerebrales
que se van a activar.
En situaciones morales personales (pongamos el caso de los hermanos que
tienen relaciones sexuales) hay una notable actividad de las zonas que
intervienen en las emociones (la circonvolución frontal media, la
circonvolución cingulada posterior y la circonvolución angular). Pero si los
sujetos estaban juzgando situaciones morales en el que las consecuencias
utilitarias (maximización del bien: salvar a 5 vidas en vez de 1) entraban en
conflicto con reglas morales como ¡no causes daño a otros!, este conflicto o
tensión afectaba directamente a la circonvolución cingulada anterior (zona que
se activa cuando los individuos se encuentran ante opciones o elecciones que
entrañan conflicto).
Pero no solo eso, el grado de activación de la circonvolución cingulada
anterior, está relacionado con el tiempo que lleva dar la respuesta; entre más
se tardaran en dar la respuesta más se activaba esta región cerebral. Por
último, Greene descubrió que cuando los sujetos iban contra la corriente,
declarando que era lícito hacer algo que la mayoría creía que no lo era,
mostraban una activación mucho mayor del córtex prefrontal dorsolateral, zona
que interviene en la planificación y el razonamiento.
Lo que no nos dicen los trabajos de Greene, ni ninguno de los estudios
sobre la relación entre moral y cerebro, es que haya una región específica y
exclusiva para resolver dilemas morales. Lo que sí nos dicen es que cuando
experimentamos conflictos entre deberes y obligaciones incompatibles, la fuente
del conflicto viene del enfrentamiento entre emociones y razón (en el caso de
los hermanos, el dilema está planteado de tal forma que la mayoría sentirían
que hay algo mal, aunque no sepan decir en que consiste lo que está mal).
Lo que también nos dicen, es que si no hay emoción, no hay tensión
moral. El conflicto emocional proporciona la marca delatora de un dilema moral.
Todos los estudios de imágenes cerebrales realizados hasta la fecha, muestran
inequívocamente que las zonas que intervienen en el procesamiento de emociones
se activan cuando emitimos un juicio moral, sobre todo en los casos que hay
conflicto.
Otra área de investigación sobre la relación entre moral y cerebro
proviene de los estudios sobre las neuronas espejo; este grupo de células
fueron descubiertas por el italiano Giacomo Rizzolatti y se ha ido descubriendo
que podrían ser el mecanismo para reproducir empatía; para meterse en la piel
de otros y sentir cómo es se otro ser humano.
La forma más importante en que se puede observar el papel de este
sistema de neuronas espejo en la moralidad humana proviene de ver cómo se
comportan sujetos que tienen lesiones o alteraciones cerebrales. Ese será
motivo de otra entrega de las lecturas de la mente.
Textos citados:
Unger, P. K. Living High and Letting Die. Nueva
York. Oxford University Press. 1996
Philippa Foot, The Problem of Abortion and the
Doctrine of the Double Effect, en Oxford Review, no. 5, 1967, páginas 5-15
Greene, J. D.; Nystrom, L. E.; Engell, A. D.;
Darley, J. M.; Cohen, J. D. The neural bases of cognitive conflict and control
in moral judgment. Neuron, 44,
2004. Págs., 389-400
Para ver más artículos de Greene puede visitar su página personas donde
tiene a disposición de todo el mundo la mayoría de sus investigaciones: http://www.wjh.harvard.edu/~jgreene/
Comentarios
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