viernes, 18 de enero de 2013

LA MORAL Y EL CEREBRO



LECTURAS DE LA MENTE
Por Juan Gerardo Martínez Borrayo
Departamento de Neurociencias
Universidad de Guadalajara

La moral y el cerebro
Para todos es bien conocida la película “La naranja mecánica” en la que el personaje principal, Alex, es condicionado para generar aversión a la violencia, mediante un procedimiento llamado “Técnica Ludovico”. Mi interpretación de lo que quiso decir el autor es que un buen comportamiento que no esté basado en buenas intensiones, entonces es amoral. Pero además, podemos decir que la película nos dice que en nosotros funciona una máquina, el cerebro, que nos permite discernir entre lo correcto y lo incorrecto.

Dilemas morales
Antes de abordar directamente la cuestión del papel del cerebro en la ética, tenemos que explicar que la investigación sobre el área trabaja con unas historias que generan conflictos sobre lo que debería hacerse y que se les conoce como dilemas morales. Por ejemplo, en la película “La elección de Sofía” ella y sus hijos se hallan cautivos en un campo de concentración nazi y un guardia alemán se acerca a ella y le hace la siguiente proposición: si mata a uno de sus hijos, el otro vivirá; si rehúsa elegir, ambos niños morirán.
Uno de los mejores ejemplos de dilema moral es el siguiente propuesto por Unger (1996): un hermano y una hermana están pasando juntos las vacaciones y deciden que para enriquecer su maravillosa relación deberían hacer el amor. A él le han practicado la vasectomía y ella está tomando la píldora, no hay pues riesgo alguno de embarazo. Hacen el amor apasionadamente, lo que constituye una maravillosa experiencia para ambos. Guardan en secreto este hecho, que recordarán para siempre con placer.
O el más clásico de todos los dilemas morales, el propuesto por la filósofa Phillipa Foot (1967) que se conoce como el problema del tranvía: un tren avanza a una velocidad de 240 kilómetros por hora. De pronto el maquinista ve que se enciende en el cuadro de mandos una luz que indica la completa rotura de los frenos. Delante de él en la vía hay cinco excurisionistas que caminan de espaldas al tren, ignorando al parecer que se les aproxima. El conductor ve que la vía está a punto de bifurcarse y otro excursionista camina por la segunda vía. El maquinista ha de tomar una decisión:  Puede dejar que el tren prosiga su camino actual, matando así a los cinco excursionistas, o puede dirigir el tren hacia la segunda vía, matando así a un excursionista pero salvando a cinco.

Activación cerebral
El filósofo y científico cognitivo Joshua Greene ha trabajado sobre la relación entre los dilemas morales y la actividad cerebral; en sus estudios, pone a los sujetos a leer los dilemas, especialmente diferentes versiones del dilema del tranvía (Greene y cols., 2004), mientras les escanea el cerebro.
Antes hay que decir que hay básicamente dos posturas con respecto a los juicios morales: o son resultado de un razonamiento deliberado (postura de Kant) o son intuiciones morales basadas en las emociones (postura de Hume); Greene montó sus experimentos para explorar las contribuciones de la emoción y la razón en nuestros juicios morales.
Si es el razonamiento, entonces se esperaría que se activaran las regiones cerebrales que intervienen en ese proceso psicológico; si en cambio son producto de nuestras emociones, serán otras partes del cerebro las que intervendrán. Los salomónicos hallazgos de Greene dicen que dependiendo del tipo de problema del que estemos hablando, van a ser las regiones cerebrales que se van a activar.
En situaciones morales personales (pongamos el caso de los hermanos que tienen relaciones sexuales) hay una notable actividad de las zonas que intervienen en las emociones (la circonvolución frontal media, la circonvolución cingulada posterior y la circonvolución angular). Pero si los sujetos estaban juzgando situaciones morales en el que las consecuencias utilitarias (maximización del bien: salvar a 5 vidas en vez de 1) entraban en conflicto con reglas morales como ¡no causes daño a otros!, este conflicto o tensión afectaba directamente a la circonvolución cingulada anterior (zona que se activa cuando los individuos se encuentran ante opciones o elecciones que entrañan conflicto).
Pero no solo eso, el grado de activación de la circonvolución cingulada anterior, está relacionado con el tiempo que lleva dar la respuesta; entre más se tardaran en dar la respuesta más se activaba esta región cerebral. Por último, Greene descubrió que cuando los sujetos iban contra la corriente, declarando que era lícito hacer algo que la mayoría creía que no lo era, mostraban una activación mucho mayor del córtex prefrontal dorsolateral, zona que interviene en la planificación y el razonamiento.
Lo que no nos dicen los trabajos de Greene, ni ninguno de los estudios sobre la relación entre moral y cerebro, es que haya una región específica y exclusiva para resolver dilemas morales. Lo que sí nos dicen es que cuando experimentamos conflictos entre deberes y obligaciones incompatibles, la fuente del conflicto viene del enfrentamiento entre emociones y razón (en el caso de los hermanos, el dilema está planteado de tal forma que la mayoría sentirían que hay algo mal, aunque no sepan decir en que consiste lo que está mal).
Lo que también nos dicen, es que si no hay emoción, no hay tensión moral. El conflicto emocional proporciona la marca delatora de un dilema moral. Todos los estudios de imágenes cerebrales realizados hasta la fecha, muestran inequívocamente que las zonas que intervienen en el procesamiento de emociones se activan cuando emitimos un juicio moral, sobre todo en los casos que hay conflicto.
Otra área de investigación sobre la relación entre moral y cerebro proviene de los estudios sobre las neuronas espejo; este grupo de células fueron descubiertas por el italiano Giacomo Rizzolatti y se ha ido descubriendo que podrían ser el mecanismo para reproducir empatía; para meterse en la piel de otros y sentir cómo es se otro ser humano.
La forma más importante en que se puede observar el papel de este sistema de neuronas espejo en la moralidad humana proviene de ver cómo se comportan sujetos que tienen lesiones o alteraciones cerebrales. Ese será motivo de otra entrega de las lecturas de la mente.





Textos citados:

Unger, P. K. Living High and Letting Die. Nueva York. Oxford University Press. 1996

Philippa Foot, The Problem of Abortion and the Doctrine of the Double Effect, en Oxford Review, no. 5, 1967, páginas 5-15

Greene, J. D.; Nystrom, L. E.; Engell, A. D.; Darley, J. M.; Cohen, J. D. The neural bases of cognitive conflict and control in moral judgment. Neuron, 44, 2004. Págs., 389-400

Para ver más artículos de Greene puede visitar su página personas donde tiene a disposición de todo el mundo la mayoría de sus investigaciones: http://www.wjh.harvard.edu/~jgreene/



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