viernes, 11 de enero de 2013

DECISIONES EN MERCADOS DE VALORES








LECTURAS DE LA MENTE
Por Juan Gerardo Martínez Borrayo
Departamento de Neurociencias
Universidad de Guadalajara

Decisiones en mercados de valores
En México tenemos poca educación financiera. No sabemos manejar nuestras tarjetas de crédito, no ahorramos y mucho menos nos animamos a invertir en la bolsa de valores. Creemos que es algo muy complicado o que solo los ricos pueden hacerlo. Pero esta es una idea equivocada; uno puede ir a invertir hasta con 100 pesos y es tan fácil como acercarse a una operadora de inversiones para comenzar a participar.
Parte de la idea que tenemos de que invertir es complicado, se deriva de que es imposible atinarle a cómo van a estar los precios de las acciones el día de mañana; pero lo que sí se puede saber es la tendencia que van a tener en términos generales. Querer adivinar el precio de las acciones es parte de lo que genera las burbujas económicas.
Si observamos la imagen que acompaña a este texto podemos ver el desempeño del índice de precios y cotizaciones de la bolsa mexicana de valores en los últimos 25 años; claramente se puede observar que la tendencia es para arriba y que a pesar de todas las crisis, en un periodo de máximo tres años, los mercados financieros se han recuperado (apenas se ve, pero en 1987 se dio un crack donde hubo en bajón del 330%; si lo comparamos con la crisis del 2008, la variación se ve enorme, pero fue solo del 100%).
En economía se dice que las personas que generan ruido en los mercados son contrarrestados por las acciones de otras personas que no tratan de adivinar el futuro. Pero en realidad, este proceso de corrección no opera siempre (nos consta por los recurrentes crack económicos) y la Psicología nos puede ayudar a entenderlo. Puede ser porque los inversores (agentes de bolsa generalmente) no piensan todo lo racionalmente que deberían hacerlo, porque en realidad no piensan con la cabeza sino con las tripas (factores emocionales) y porque les da por seguir lo que hace la mayoría de las personas (influencia social). Veamos en detalle cada uno de ellas.

Sesgos cognitivos
La volatilidad de los precios de las acciones se puede deber a noticias con potenciales efectos sobre la economía (por ejemplo, en este momento el principal problema geopolítico global es la creciente tensión entre sunitas y chiitas en varios países del medio oriente; lo que implica que Irán será uno de los principales protagonistas en los diversos conflictos en los países árabes, Israel y el mundo occidental). Cuando un inversor escucha estas noticias puede pasar una de dos cosas o sobre reacciona o no reacciona nada.
En el primer caso (sobre reacción) se da la extrapolación del movimiento de los precios, es decir, se piensa que si unas acciones están bajando esa tendencia va a continuar por mucho tiempo; pero en realidad no es así, ya que hay diversas investigaciones que han demostrado que, a futuro, las acciones que estuvieron a la baja terminan ganando más que las acciones que estuvieron a la alza (De Bondt y Thaler, 1987). Pero también pasa el proceso contrario, hay veces que las noticias nos dicen que las cosas van a cambiar, para bien o para mal, pero los inversores no reaccionan ante ellas a menos que la noticia sea muy llamativa.
A este sesgo cognitivo de reacción a las noticias, se le agrega el efecto de disposición o la tendencia a vender acciones que están subiendo de precio demasiado pronto o bien a quedarse con acciones que están bajando de precio mucho tiempo. Lo que pasa es que como se prefiere una ganancia segura a una insegura hay una tendencia a vender acciones ganadoras antes de tiempo (a esto se le llama aversión al riesgo); pero en cambio, si tengo acciones que están bajando de precio se prefiere una pérdida probable a una segura y por lo tanto se quedan por más tiempo del que deberían con acciones que les están haciendo perder dinero.
Este efecto de disposición lo que hace es incrementar los volúmenes de transacciones en momentos alcistas, pero los decrece en los momentos a la baja. Para hacer las cosa peor, este efecto se combina con otros efectos; por ejemplo, los inversores suelen hacerle caso solo a la información que refuerza su disposición (efecto Ostrich, Karlsson, Loewenstein y Seppi, 2009); también saber que hemos ganado o perdido dinero va a depender de un punto de referencia (que debería ser el precio de compra de las acciones) pero como los precios fluctúan mucho se puede olvidar a como es que se compraron y se puede utilizar otra medida como puede ser el promedio de todas las acciones compradas o el futuro precio de venta. Y un tercer problema es que las ganancias deberían medirse en  relación con la inflación, pero la mayoría de los inversores, sobre todo los ingenuos, solo toman en cuenta la inflación si es muy alta.
Hablando ya de ingenuos, hay un efecto cognitivo más que se conoce como diversificación de riesgos ingenua. Cuando se compran acciones, generalmente se recomienda diversificar para reducir los riesgos y sea más seguro el regreso de la inversión (se llama portafolio a la compra de acciones de diversos fondos). Se considera que se actúa de manera ingenua cuando se reparte el dinero en cantidades iguales entre las alternativas ofrecidas.
Para entender a que nos referimos pongamos el siguiente ejemplo: en una fiesta hay 5 canapés, pero hay uno en especial que nos gusta; la diversificación ingenua sería equivalente a comer de los 5 bocadillos en vez de solo comer del que me gusta; de la misma manera, existen fondos especialmente diseñados para diversos objetivos de los inversores, como pueden ser para las pensiones; una diversificación ingenua sería que nos presentaran 5 fondos de inversión, entre ellos el de la jubilación y yo eligiera poner mi dinero repartido igual entro todos los fondos en vez de poner mi dinero solo en el fondo para la jubilación (Hedesström y cols., 2007).

Influencias afectivas
Pero no solo tenemos sesgos cognitivos que afectan nuestras decisiones; también nuestros sentimientos nos pueden hacer malas jugadas; pueden ser estados afectivos actuales o anticipados. Dentro de los actuales, estar muy relajado tiene como consecuencia realizar poco análisis de las opciones que estoy considerando para invertir; en cambio, estar un poco estresado mejora el análisis. Hay investigaciones un poco más raras, como la demostración de la influencia del clima y la hora del día en la toma de decisiones; por ejemplo, se hacen malas decisiones en un clima nublado (Hirshleifer y Shumway, 2003).
Retomando un poco lo que decíamos anteriormente, las personas que van ganando tienen aversión al riesgo, por lo tanto, podemos decir que están en un estado positivo y como no quieren sentirse mal venden sus acciones demasiado pronto (aunque a veces el aumento del optimismo hace que se invierta en acciones demasiado riesgosas). Por otro lado, en un estado negativo se tiende más a aceptar el riesgo porque se está buscando sentirse mejor.
Las emociones también pueden influir en nuestras decisiones aun cuando sean sentimientos que vamos a tener en el futuro, cuando sepamos cual fue el resultado de nuestras decisiones. Si hay resultados negativos nos vamos a sentir decepcionados, pero si hay resultados positivos de opciones nos elegidas nos vamos a lamentr de no haber tomado esas opciones.

Influencias sociales
Por último, al tomar decisiones suelen influir sobre nosotros las decisiones de otras personas. ¿Por qué seguimos a otros? Una de las razones es que si tomo decisiones diferentes de las que toma la mayoría y obtengo malos resultados, mi reputación como inversionista va a recibir un golpe mayor que si eligiera lo mismo que todos eligen.
Una segunda razón tiene que ver con un efecto que se conoce como cascadas de información; si observamos que las personas comienzan a realizar elecciones sobre una misma opción, sobre todo al inicio de cuando estamos comenzando a deliberar sobre como hacer las inversiones, entonces voy a tender a seguirlos, aun a costa de tener información privilegiada (Anderson y Holt, 1997); por ejemplo, si vamos a ir a un restaurante que un amigo nos recomendó y al llegar vemos que enfrente está uno con mucha gente, tendemos a irnos donde están todos los demás, a pesar de la recomendación de nuestro amigo.
Una forma de reducir la influencia social es la capacidad de predecir los precios de las acciones; esto quiere decir que en periodos de volatilidad se incrementa la tendencia a seguir a otros y esto crea un circulo vicioso que ayuda a conformar las burbujas económicas.
Se que este texto no va a cambiar la forma de pensar de quienes lo lean y que por eso se van a animar a invertir; pero yo sí lo voy a hacer; creo que se van a realizar las famosas reformas estructurales y ello hará que México mejore en su calificación de riesgo crediticio, con lo que las tasas de interés de corto plazo volverán a reducirse y la diferencia entre las tasas de largo plazo en pesos y en dólares tenderán a disminuir, lo cual quiere decir que el precio de dólar bajará y el Banco Central va a esterilizar la entrada de recursos financieros y la Bolsa Mexicana tendrá rendimientos elevados.

Bibliografía

DeBondt, W. F. M., & Thaler, R. (1987). Further evidence on investor overreaction and stock market seasonality. Journal of Finance, 42, 557-581.

Karlsson, N., Loewenstein, G. F., & Seppi, D. J. (2009). The Ostrich effect: Selective attention to information. Journal of Risk and Uncertainty, 38, 95-115.

Hedesström, T. M., Svedsäter, H., & Gärling, T. (2007). Determinants of use of heuristic choice rules in the Swedish premium pension scheme: An internet-based survey. Journal of Economic Psychology, 28, 113-126.

Hirshleifer, H., & Shumway, T. (2003). Good day sunshine: Stock returns and the weather. Journal of Finance, 58, 1009-1032.

Anderson, L. R., & Holt, C. A. (1997). Information cascades in the laboratory. American Economic Review, 87, 847-62.

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