LECTURAS DE LA
MENTE
Por Juan Gerardo
Martínez Borrayo
Departamento de
Neurociencias
Universidad de
Guadalajara
Decisiones en mercados de valores
En México tenemos poca educación financiera. No sabemos manejar
nuestras tarjetas de crédito, no ahorramos y mucho menos nos animamos a invertir
en la bolsa de valores. Creemos que es algo muy complicado o que solo los ricos
pueden hacerlo. Pero esta es una idea equivocada; uno puede ir a invertir hasta
con 100 pesos y es tan fácil como acercarse a una operadora de inversiones para
comenzar a participar.
Parte de la idea que tenemos de que invertir es complicado, se deriva
de que es imposible atinarle a cómo van a estar los precios de las acciones el
día de mañana; pero lo que sí se puede saber es la tendencia que van a tener en
términos generales. Querer adivinar el precio de las acciones es parte de lo
que genera las burbujas económicas.
Si observamos la imagen que acompaña a este texto podemos ver el
desempeño del índice de precios y cotizaciones de la bolsa mexicana de valores
en los últimos 25 años; claramente se puede observar que la tendencia es para
arriba y que a pesar de todas las crisis, en un periodo de máximo tres años,
los mercados financieros se han recuperado (apenas se ve, pero en 1987 se dio
un crack donde hubo en bajón del 330%; si lo comparamos con la crisis del 2008,
la variación se ve enorme, pero fue solo del 100%).
En economía se dice que las personas que generan ruido en los mercados son
contrarrestados por las acciones de otras personas que no tratan de adivinar el
futuro. Pero en realidad, este proceso de corrección no opera siempre (nos
consta por los recurrentes crack económicos) y la Psicología nos puede ayudar a
entenderlo. Puede ser porque los inversores (agentes de bolsa generalmente) no
piensan todo lo racionalmente que deberían hacerlo, porque en realidad no
piensan con la cabeza sino con las tripas (factores emocionales) y porque les
da por seguir lo que hace la mayoría de las personas (influencia social).
Veamos en detalle cada uno de ellas.
Sesgos cognitivos
La volatilidad de los precios de las acciones se puede deber a noticias
con potenciales efectos sobre la economía (por ejemplo, en este momento el
principal problema geopolítico global es la creciente tensión entre sunitas y
chiitas en varios países del medio oriente; lo que implica que Irán será uno de
los principales protagonistas en los diversos conflictos en los países árabes, Israel
y el mundo occidental). Cuando un inversor escucha estas noticias puede pasar
una de dos cosas o sobre reacciona o no reacciona nada.
En el primer caso (sobre reacción) se da la extrapolación del
movimiento de los precios, es decir, se piensa que si unas acciones están
bajando esa tendencia va a continuar por mucho tiempo; pero en realidad no es
así, ya que hay diversas investigaciones que han demostrado que, a futuro, las
acciones que estuvieron a la baja terminan ganando más que las acciones que
estuvieron a la alza (De Bondt y Thaler, 1987). Pero también pasa el proceso
contrario, hay veces que las noticias nos dicen que las cosas van a cambiar,
para bien o para mal, pero los inversores no reaccionan ante ellas a menos que
la noticia sea muy llamativa.
A este sesgo cognitivo de reacción a las noticias, se le agrega el
efecto de disposición o la tendencia a vender acciones que están subiendo de
precio demasiado pronto o bien a quedarse con acciones que están bajando de
precio mucho tiempo. Lo que pasa es que como se prefiere una ganancia segura a
una insegura hay una tendencia a vender acciones ganadoras antes de tiempo (a
esto se le llama aversión al riesgo); pero en cambio, si tengo acciones que
están bajando de precio se prefiere una pérdida probable a una segura y por lo
tanto se quedan por más tiempo del que deberían con acciones que les están
haciendo perder dinero.
Este efecto de disposición lo que hace es incrementar los volúmenes de
transacciones en momentos alcistas, pero los decrece en los momentos a la baja.
Para hacer las cosa peor, este efecto se combina con otros efectos; por
ejemplo, los inversores suelen hacerle caso solo a la información que refuerza
su disposición (efecto Ostrich, Karlsson, Loewenstein y Seppi, 2009); también saber
que hemos ganado o perdido dinero va a depender de un punto de referencia (que
debería ser el precio de compra de las acciones) pero como los precios fluctúan
mucho se puede olvidar a como es que se compraron y se puede utilizar otra
medida como puede ser el promedio de todas las acciones compradas o el futuro
precio de venta. Y un tercer problema es que las ganancias deberían medirse
en relación con la inflación, pero la
mayoría de los inversores, sobre todo los ingenuos, solo toman en cuenta la
inflación si es muy alta.
Hablando ya de ingenuos, hay un efecto cognitivo más que se conoce como
diversificación de riesgos ingenua. Cuando se compran acciones, generalmente se
recomienda diversificar para reducir los riesgos y sea más seguro el regreso de
la inversión (se llama portafolio a la compra de acciones de diversos fondos). Se
considera que se actúa de manera ingenua cuando se reparte el dinero en cantidades
iguales entre las alternativas ofrecidas.
Para entender a que nos referimos pongamos el siguiente ejemplo: en una
fiesta hay 5 canapés, pero hay uno en especial que nos gusta; la
diversificación ingenua sería equivalente a comer de los 5 bocadillos en vez de
solo comer del que me gusta; de la misma manera, existen fondos especialmente
diseñados para diversos objetivos de los inversores, como pueden ser para las
pensiones; una diversificación ingenua sería que nos presentaran 5 fondos de
inversión, entre ellos el de la jubilación y yo eligiera poner mi dinero
repartido igual entro todos los fondos en vez de poner mi dinero solo en el
fondo para la jubilación (Hedesström y cols., 2007).
Influencias
afectivas
Pero no solo tenemos sesgos cognitivos que afectan nuestras decisiones;
también nuestros sentimientos nos pueden hacer malas jugadas; pueden ser
estados afectivos actuales o anticipados. Dentro de los actuales, estar muy
relajado tiene como consecuencia realizar poco análisis de las opciones que
estoy considerando para invertir; en cambio, estar un poco estresado mejora el
análisis. Hay investigaciones un poco más raras, como la demostración de la
influencia del clima y la hora del día en la toma de decisiones; por ejemplo, se
hacen malas decisiones en un clima nublado (Hirshleifer y Shumway, 2003).
Retomando un poco lo que decíamos anteriormente, las personas que van
ganando tienen aversión al riesgo, por lo tanto, podemos decir que están en un
estado positivo y como no quieren sentirse mal venden sus acciones demasiado
pronto (aunque a veces el aumento del optimismo hace que se invierta en
acciones demasiado riesgosas). Por otro lado, en un estado negativo se tiende
más a aceptar el riesgo porque se está buscando sentirse mejor.
Las emociones también pueden influir en nuestras decisiones aun cuando
sean sentimientos que vamos a tener en el futuro, cuando sepamos cual fue el resultado
de nuestras decisiones. Si hay resultados negativos nos vamos a sentir
decepcionados, pero si hay resultados positivos de opciones nos elegidas nos
vamos a lamentr de no haber tomado esas opciones.
Influencias
sociales
Por último, al tomar decisiones suelen influir sobre nosotros las
decisiones de otras personas. ¿Por qué seguimos a otros? Una de las razones es
que si tomo decisiones diferentes de las que toma la mayoría y obtengo malos
resultados, mi reputación como inversionista va a recibir un golpe mayor que si
eligiera lo mismo que todos eligen.
Una segunda razón tiene que ver con un efecto que se conoce como
cascadas de información; si observamos que las personas comienzan a realizar
elecciones sobre una misma opción, sobre todo al inicio de cuando estamos
comenzando a deliberar sobre como hacer las inversiones, entonces voy a tender
a seguirlos, aun a costa de tener información privilegiada (Anderson y Holt,
1997); por ejemplo, si vamos a ir a un restaurante que un amigo nos recomendó y
al llegar vemos que enfrente está uno con mucha gente, tendemos a irnos donde
están todos los demás, a pesar de la recomendación de nuestro amigo.
Una forma de reducir la influencia social es la capacidad de predecir
los precios de las acciones; esto quiere decir que en periodos de volatilidad
se incrementa la tendencia a seguir a otros y esto crea un circulo vicioso que
ayuda a conformar las burbujas económicas.
Se que este texto no va a cambiar la forma de pensar de quienes lo lean
y que por eso se van a animar a invertir; pero yo sí lo voy a hacer; creo que
se van a realizar las famosas reformas estructurales y ello hará que México
mejore en su calificación de riesgo crediticio, con lo que las tasas de interés
de corto plazo volverán a reducirse y la diferencia entre las tasas de largo
plazo en pesos y en dólares tenderán a disminuir, lo cual quiere decir que el
precio de dólar bajará y el Banco Central va a esterilizar la entrada de
recursos financieros y la Bolsa Mexicana tendrá rendimientos elevados.
Bibliografía
DeBondt, W. F. M., & Thaler, R. (1987). Further
evidence on investor overreaction and stock market seasonality. Journal of
Finance, 42, 557-581.
Karlsson, N., Loewenstein, G. F., & Seppi, D.
J. (2009). The Ostrich effect: Selective attention to information. Journal
of Risk and Uncertainty, 38, 95-115.
Hedesström, T. M., Svedsäter, H., & Gärling, T.
(2007). Determinants of use of heuristic choice rules in the Swedish premium
pension scheme: An internet-based survey. Journal of Economic Psychology, 28,
113-126.
Hirshleifer, H., & Shumway, T. (2003). Good day
sunshine: Stock returns and the weather. Journal of Finance, 58,
1009-1032.
Anderson, L. R., & Holt, C. A. (1997).
Information cascades in the laboratory. American Economic Review, 87, 847-62.
Comentarios
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