LECTURAS DE LA
MENTE
Por Juan Gerardo
Martínez Borrayo
Departamento de
Neurociencias
Universidad de
Guadalajara
Al calor del momento
Hay enfermedades que los hombres padecemos más que las mujeres; unas
son debidas a nuestra constitución física (por ejemplo, todas los desórdenes
del espectro autista) y otras son debidas a nuestro comportamiento; de entre
estas últimas me gustaría dar solo unas cuantas cifras que tienen que ver con
el sida.
De acuerdo al documento del CENSIDA titulado “Vigilancia
epidemiológica de VIH/SIDA en México”, el 82 % de los casos de sida son
hombres que infectaron entre los 20 y 49 años de edad, sobre todo por
transmisión sexual. Lo que nos dice esto es que al calor del momento, los
hombres no pensamos y por ello no nos protegemos.
Eso hace imperioso que entendamos cómo es que tomamos decisiones cuando
estamos bajo el influjo de la excitación sexual, para poder de ahí diseñar
estrategias que permitan combatir la transmisión de esta enfermedad.
Sexo ¿seguro?
Las investigaciones sobre la toma de decisiones indican que nosotros escogemos
las acciones a seguir sobre todo basados en nuestras emociones. Pero uno se
preguntaría si las personas inteligentes, incluso brillantes, podrían meterse
de lleno en un estado emocional y no dejarse llevar por la excitación que
sienten.
Para investigar este asunto, Dan Ariely y George Loewenstein publicaron
un artículo en el 2006 en el que describían cómo les pidieron a estudiantes de
la universidad de Berkeley si podrían predecir qué decisiones tomarían bajo el
influjo de la excitación sexual.
El estudio se realizó con hombres (por la facilidad con que se excitan)
mayores de edad y heterosexuales y se les pidió en un primer momento que
contestaran una serie de preguntas que estaban divididos en tres secciones: las
que tenían que ver con el atractivo de distintas actividades (como por ejemplo
¿Son eróticos los zapatos de las mujeres?), la probabilidad de incurrir en
comportamientos inmorales (¿Le echarías una droga a una mujer para aumentar las
probabilidades de que mantuvieran relaciones sexuales?) y sobre la tendencia a
utilizar anticonceptivos y los resultados de no utilizarlos (¿utilizaría
siempre el preservativo si no conociera el historial de una nueva pareja
sexual?).
Posteriormente se les pidió que contestaran esas mismas preguntas pero
bajo el influjo de la excitación sexual. Para ello se les pidió que vieran una
serie de imágenes mientras se masturbaban hasta llegar a un nivel alto, pero
sin llegar a eyacular (por si acaso habían cubierto la computadora con una
película que la protegería de los fluidos corporales).
Tal y como habían predicho, las respuestas de sus participantes
cambiaron mucho entre las dos condiciones. En las preguntas sobre las
actividades sexuales (algunas de ellas bastante poco comunes) se encontraron
que su deseo de realizarlas se había casi doblado (73% de diferencia). En lo
que respecta a las actividades inmorales, al estar excitados respondieron un
136% más que sí realizarían tales acciones. Y en las preguntas sobre el uso de
los preservativos, cuando estaban excitados dejarían de usarlos en un 25% más
veces.
Pero las cosas no quedan ahí; la toma de decisiones bajo la excitación
sexual está sujeta a la influencia de diversas variables, entre las que se
encuentran rasgos de personalidad, el uso de drogas, cuestiones situacionales y
los mismos procesos cognitivos que subyacen a la toma de decisiones. Con respecto
a este último punto, un estudio publicado en el 2011 (Macapagal y cols.) nos
dice que los sujetos que eran altamente impulsivos y que además tenían una baja
capacidad de abstracción cometían más errores, en comparación con el grupo que
intelectualmente más hábil, cuando estaban sexualmente excitados.
Con respecto al alcohol, que es la droga más comúnmente usada, hay
varios estudios que ligan su consumo con un aumento en la probabilidad de
realizar conductas sexuales arriesgadas, como mantener relaciones con múltiples
parejas, con desconocidos y sin protección; al parecer, mientras estamos
alcoholizados, nuestra atención se reduce de tal manera que solo somos capaces
de enfocarnos en los estímulos que son más sobresalientes de nuestro entorno;
cuando las personas están sexualmente excitadas, es obvio que lo que más les
interesa es su compañero sexual; y cuestiones tales como la posibilidad de
infectarse quedan en un segundo plano, fuera de su atención; a esto se le
conoce como “miopía alcohólica” y es lo que explicaría porque hay un aumento de
las conductas sexuales riesgosas (Davies y cols., 2011).
Mejores decisiones
El estudio de Ariely y Loewenstein sugiere que somos incapaces de
predecir cómo nos vamos a comportar cuando estamos bajo el influjo de un estado
emocional. Es por eso que es una mala estrategia creer, como muchos padres y
adolescentes creen, que con tan solo prometer ser abstinentes basta para
protegerse de las infecciones de transmisión sexual y del embarazo indeseado.
Por eso la primera estrategia que se puede sacar de este estudio es que
los condones deben estar generalizadamente disponibles. También se debería enseñar
en los cursos de educación sexual, las estrategias para abordar las emociones
que acompañar a la excitación sexual; por ejemplo, se les debería enseñar a
apartarse del fuego de la pasión antes de hallarse lo bastante cerca de él como
para ser atrapados, es decir, combatir la pasión es más fácil que luchar contra
ella.
Un dato esperanzador al respecto es que, de acuerdo al anteriormente
citado texto del CENSIDA, los casos nuevos de sida han ido disminuyendo. En 1983
se diagnosticaron 67 casos de sida, hasta llegar a un máximo histórico de 8869
casos diagnosticados en 1999; de esa fecha para acá, ha ido disminuyendo poco a
poco la cantidad de enfermos de sida, de tal manera que para el 2011 se redujo
a casi la mitad de los casos (4840). Sin embargo, falta mucho más porque al
paso que vamos, se requieren al menos 10 años para tener un número de casos
igual al de 1983. Aun falta mucho para enseñarnos a controlar nuestro
comportamiento cuando estamos bajo la excitación sexual.
Bibliografía
Vigilancia Epidemiológica de casos de VIH/SIDA en México. Registro
Nacional de Casos de SIDA. Actualización al 31 de Marzo del 2012. (CENSIDA)
Dan Ariely and George Loewenstein (2006), “The
Heat of the Moment: The Effect of Sexual Arousal on Sexual Decision Making.”
Journal of Behavioral Decision Making. Vol.19: 87-98.
Macapagal KR, Janssen E, Fridberg DJ, Finn PR,
Heiman JR. The effects of impulsivity, sexual arousability, and abstract
intellectual ability on men's and women's go/no-go task performance. Arch Sex
Behav. 2011 Oct;40(5):995-1006
Davis KC, Hendershot CS, George WH, Norris J,
Heiman JR. Alcohol's effects on sexual decision making: an integration of
alcohol myopia and individual differences. J Stud Alcohol Drugs. 2007
Nov;68(6):843-51.
Comentarios
y sugerencias favor de dirigirlos a la redacción de EL OCCIDENTAL, a la
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