LECTURAS DE LA
MENTE
Por Juan Gerardo
Martínez Borrayo
Departamento de
Neurociencias
Universidad de
Guadalajara
El futuro de la humanidad
En
anteriores ocasiones ya había abordado este tema. En el texto “El mito del votante racional” decía
que las cosas van a ir mejor ya que las previsiones para el Producto Interno
Bruto o PIB, el PIB per cápita y la población mundial para los siguientes cien
años era que la población no iba a aumentar mucho, pero sí el PIB.
Pero en esta ocasión quisiera hablar del futuro
de la humanidad en una visión más pesimista que aparece en el libro “El lugar
del hombre en el cosmos. La gran historia y el futuro de la humanidad” (Spier,
2011).
Este libro propone que el futuro de la
humanidad está vinculado con la disponibilidad de materia y energía. En 1972
apareció una de las publicaciones ecologistas más influyentes, resultado del
trabajo de un “think tank”, autodenominado Club de Roma, llamado “Los límites
del crecimiento. Informe del Club de Roma sobre el predicamento de la humanidad”.
Su modelo se basaba en cinco variables: la población, los recursos (energía
incluida), la elaboración de alimentos per cápita, la producción industrial y
la polución (Meadows y cols., 1972).
Este texto establecía que a pesar de que los
recursos decisivos se van a encontrar en declive, la elaboración de alimentos y
la producción industrial alcanzarían su punto álgido en torno al año 2020, para
decrecer a continuación, tanto a consecuencia del agotamiento de los recursos
naturales como del incremento de la polución. Incluso predice que la población
mundial se situaría en su cota máxima en torno al año 2070, y a partir de esa
fecha las cifras demográficas caerían en picada debido a que serían muchos los
tipos de recursos que llegarían a faltar.
A pesar de que este texto ha sido muy criticado
como apocalíptico, parece ser que sigue siendo válido. Con base en todo esto se
vaticina lo siguiente para la humanidad.
La disponibilidad de recursos materiales y energéticos
El primer problema con el que nos encontramos
es que hay pocos lugares en la tierra que tengan una concentración alta de
recursos como para que sean útiles a los seres humanos. El segundo problema es
que, para hacer uso de los recursos materiales, necesitamos energía, la cual es
muy escasa; y aunque lográramos tener una fuente barata e ilimitada, viene el
problema de la contaminación y la entropía que genera el uso de los recursos
naturales.
Un tercer problema es el número de personas que
vivimos. Entre más gente haya más recursos y energía necesitamos. Si la
población humana sigue creciendo, nos vamos a ver forzados a abandonar la
esperanza de tener un estilo de vida equilibrado, desde el punto de vista
ecológico.
Por todo esto, el problema central es la
cantidad de energía de la que podemos disponer. En el 2008 apareció en la
revista New Scientist, la duración estimada, por la Agencia Internacional de
Energía, de las fuentes de energía no renovable; y las cosas no se ven bien:
tenemos uranio para unas décadas, petróleo y carbón como para unos cien años y
gas natural como para doscientos (Strahan, 2008)).
Las otras energías renovables con las que ya
contamos (solar, geotérmica, mareomotriz) dan menos energía que las que nos
proporcionan los combustibles fósiles, cuesta más dinero y esfuerzo obtenerlos;
y dado que el actual régimen socioeconómico recompensa la competitividad, se ve
poco probable que hagamos un esfuerzo real para hacer una transición que nos
lleve a hacer un cambio.
En el caso de la energía solar, que es nuestra
mejor opción, las cosas se ven complicadas. En primer lugar esta la distancia
que media entre el lugar de producción y de consumo de la energía. En el caso
de las ciudades, que es donde más se consume energía, están muy lejos de donde
se podría extraer en cantidades óptimas. En segundo, para construir aparatos
que produzcan estas energías, se necesita mucha energía a su vez, lo que
sugiere que se deberían de comenzar a construir inmediatamente, porque después
no va a haber energía para construirlas. En tercer lugar, su rentabilidad es
baja (comparada con el petróleo o el carbón), lo que indica que debería
comenzar a hacer la transición en las zonas desérticas. Si se instalaran unos
300 mil kilómetros cuadrados de células fotovoltaicas en el desierto del
Sahara, se podría abastecer de energía al mundo entero (Daviss, 2007).
Agotamiento de los recursos
Sabemos que nos vamos a enfrentar a problemas con el agua dulce, la
erosión del suelo, pérdida de biodiversidad, el aumento de los gases de
invernadero y el problema de la basura. Pero hay otros que no llaman tanto la
atención, pero que también son muy importantes. Por ejemplo, la cantidad de
fosfato que se utilizan como fertilizantes se están agotando (van a durar como
100 años). Este producto ha permitido que la agricultura moderna alcance unos
niveles de producción totalmente desconocidos en épocas anteriores.
Lo que ocurre, es que una vez utilizado en la agricultura como
fertilizante, se termina diluyendo en los océanos donde es muy difícil volver a
utilizarlo. Si queremos que la agricultura no se desplome, tenemos que
encontrar maneras nuevas de minimizar las pérdidas de fosfato por arrojar este
recurso al mar.
¿Emigrarán
los humanos a otros planetas?
Todo el mundo sueña que va a ser así, pero las perspectivas reales no
son optimistas. El primer problema son las distancias. Llegar a Alfa Centauro,
que está a cuatro años luz, viajando a solo 1 % de la velocidad de la luz
(completamente irrealizable por el momento) se necesitarían 400 años en llegar.
En segundo lugar, esta otra vez el problema de la energía y los costos.
Por ejemplo, en la medida en que los viajeros se alejaran del sol, dejaría de
ser para ellos una fuente de energía.
En tercer lugar, están los problemas de salud relacionados con la
radiación cósmica. Si se blindara una nave para evitar estos rayos, su peso
sería enorme. Por otro lado, no se tienen los avances médicos necesarios para
contrarrestar el daño que los rayos solares causan en las células (léase el
artículo que se encuentra en esta dirección para saber algo más al respecto: https://science.nasa.gov/science-news/science-at-nasa/2009/27may_phantomtorso/).
Para
concluir
Dados estos antecedentes, parece ser que la solución que tenemos a la
mano es cooperar para alcanzar un futuro sostenible, tener un estilo de vida
aceptable que no rebase las circunstancias que limitan nuestra existencia en el
planeta.
Si la humanidad ha de sobrevivir en la Tierra y disfrutar de un mínimo
de confort, entonces esta es la cuestión más decisiva que todos nosotros,
incluyendo nuestros hijos, debemos de resolver.
Bibliografía
Fred Spier. El lugar del hombre en el cosmos. La gran historia y el
futuro de la humanidad. Ed. Crítica, primera edición, 2011
Meadows,
Donella H., Dennis L. Meadows, Jorgen Randers y William W. Behrens III. Los límites del crecimiento. Informe del Club
de Roma sobre el predicamento de la humanidad. FCE, 1972
Strahan, David. The great coal hole. New Scientist, 2639 (19 de enero del 2008), pp.
38-41 (disponible en http://www.davidstrahan.com/blog/?p=116)
Daviss, Bennett. Here comes the sun. New Scientist, 2633 (8 de diciembre del 2007),
pp. 32-37 (una versión modificada la pueden encontrar aquí http://www.science.org.au/nova/newscientist/005ns_003.htm)
Comentarios
y sugerencias favor de dirigirlos a la redacción de EL OCCIDENTAL, a la
siguiente cuenta de correo electrónico: jugemab1@yahoo.com.mx
o en http://www.myspace.com/juangerardomartinez,
en Facebook, blogger “lecturas de la mente” y twitter @JGerardoMartnez
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